miércoles, diciembre 03, 2008

LA SEGUNDA CLASE DE SOLEDAD parte 2

1 de julio
He leído el comentario que escribí ayer. Mi máscara de petulancia. Después de cuatro años, aún sigo resistiendo a ser sincero conmigo mismo. Eso es malo. Si quiero que esta vez las cosas resulten diferentes, tengo que comprenderme.
Entonces, ¿por qué tengo que burlarme de mí cuando admito que estoy solo y que soy vulnerable? ¿Por qué tengo que luchar en contra de mí mismo para reconocer que tengo miedo de vivir? Nadie jamás va a leer estas páginas. Estoy hablando sobre mí y sólo para mí.
Entonces, ¿por qué me repugna decir ciertas cosas?

4 de julio
Hoy no apareció ninguna nave anular. Malo. Los de la Tierra jamás han podido encender el vórtice del no-espacio. Y siempre lo he celebrado.
No obstante, ¿por qué conservo aquí un calendario de la Tierra? ¿Aquí donde los años son siglos y las estaciones un recuerdo impreciso? Julio es igual a diciembre. Entonces, ¿de qué me sirve?

10 de julio
Anoche soñé con Karen. Y ahora no puedo quitármela de la cabeza.
Pensé haber enterrado su recuerdo desde hacía mucho tiempo. Pero no sólo era una fantasía. Oh, yo le gustaba bastante. Tal vez me amara. Pero no más que a media docena de otros tipos. Yo no era algo extraordinario para ella, y nunca se dio cuenta de lo extraordinaria que ella era para mí.
Y no es que quisiera ser extraordinario para ella... necesitaba, alguna vez, fundamentalmente resultar extraordinario para alguien.
Así que fue mi elegida. Pero no pasó de ser una fantasía. Y me daba cuenta de ello en mis momentos de lucidez. No tenía por qué sentirme tan herido. Nada podía exigirle.
Pero creo lo hice, en mi imaginación. Me sentía lastimado. Fue mi culpa, no de Karen. Ella nunca lastimaría a alguien voluntariamente. Lo que ocurrió es que nunca se dio cuenta de lo frágil que yo era.
Incluso aquí, al principio, seguí soñando. Soñaba en el modo en que ella cambiaría mi vida; en la forma en que me esperaría. Y otras cosas.
Pero no eran más que vanos deseos. Aquello ocurrió antes de llegar a comprenderme a mí mismo. Ahora sé que no me estará esperando. Que no me necesita y que nunca me necesitó. Que yo sólo era un amigo más.
Por tanto, me disgusta soñar con ella. Es malo. Haga lo que haga, no debo buscar a Karen cuando regrese. No debo comenzar todo de nuevo. Tengo que encontrar a alguien que sí me necesite. Y no debo buscarla si no quiero hundirme otra vez en mi antigua vida.

18 de julio
Ya ha pasado un mes desde que mi relevo abandonó la Tierra. A esas fechas, la Charon debe haber llegado al Cinturón. Faltan dos meses.

23 de julio
Ahora tengo pesadillas. Dios mío, ayúdame.
Sueño de nuevo en la Tierra. Y en Karen. No puedo evitarlo. Todas los noches igual.
Resulta gracioso llamar «pesadilla» a Karen. Hasta ahora, siempre había sido un bello sueño. Un sueño hermoso, con su cabello largo y suave, y su risa, y aquella maravillosa forma de sonreír. Pero aquellos sueños eran sólo vanos deseos. En ellos, Karen me necesitaba y me amaba.
Las pesadillas me muestran la verdad. Todas son iguales. Son una repetición de la última noche que Karen y yo pasamos juntos.
De acuerdo con mi escala de valores, aquélla fue una buena noche. Comimos en uno de mis restaurantes preferidos y fuimos a ver un espectáculo. Conversamos con fluidez sobre muchas cosas. Y también nos reímos mucho juntos.
Sólo más tarde, de regreso en su casa, modifiqué la situación.
Ocurrió cuando traté de decirle cuánto significaba ella para mí. Recuerdo lo incómodo y estúpido que me sentí, cómo luché para que las palabras salieran de mi boca, cómo tartamudeé. Casi todo me salió mal. Recuerdo la mirada de Karen en aquel momento. Era una mirada extraña. El modo como trató de desilusionarme. Amablemente. Karen siempre se comportaba con amabilidad. La miré a los ojos y escuché su voz. No encontré amor, ni necesidad. Sólo... sólo piedad, me parece. Piedad hacia un impulso incapaz de expresarse que había pasado junto a su vida sin siquiera rozarla. Y no porque yo no quisiera. Sino porque tenía temor y no sabía qué es lo que debía hacer. Karen había captado aquel impulso y, a su manera, lo amaba... claro, Karen amaba a todo el mundo. Trató de ayudarme, de contagiarme algo de su seguridad, algo de su coraje y de la impetuosidad con que enfrentaba la vida. Los tenía sobrados.
Sin embargo, no bastó. El impulso fantaseaba con el día en que dejaría de estar solo para siempre. Y cuando Karen trató de ayudarme, pensé que aquel impulso, aquel sueño se hacía realidad. O me obligué a pensarlo así. Por supuesto, sospechaba la verdad; pero prefería engañarse al respecto.
Y cuando llegó el día en que no pude mentirme más, era aún lo suficientemente vulnerable como para sentirme herido. No pertenecía al tipo cuyas heridas cicatrizan rápidamente. Carecía del valor para intentarlo de nuevo. Por eso huí.
Espero que las pesadillas se acaben. No puedo soportarlas, noche tras noche. No soporto revivir aquella hora en el piso de Karen.
He permanecido aquí durante cuatro años. Me he analizado en profundidad. He cambiado en aquello que no me gustaba; o, al menos, hice el intento. He tratado de cultivar mi capacidad de cicatrizar, de ganar confianza en mí mismo para enfrentar los nuevos rechazos que sufriré antes de que alguien me acepte. Sin embargo, sé que estoy condenado, y que sólo he obtenido éxitos parciales. Siempre existirán cosas que me lastimen, situaciones que nunca estaré capacitado para enfrentar como me gustaría.
El recuerdo de esa última hora con Karen es una de ellas. Dios mío, espero que las pesadillas terminen.

26 de julio
Más pesadillas. Por favor, Karen. Te he amado mucho. Déjame solo. Por favor.


29 de julio
Gracias a Dios, ayer pasó una nave estelar. Necesitaba una. Me ayudó a olvidar por un momento a la Tierra, a Karen. Por primera vez en una semana, no tuve pesadillas por la noche. En cambio, soñé con el vórtice del no-espacio. La rugiente tormenta silenciosa.

1 de agosto
Las pesadillas han vuelto. No siempre es Karen la protagonista. Viejos recuerdos, también. Infinitamente menos importantes, pero igualmente dolorosos. Todas las tonterías que he dicho, todas las muchachas que conocí, todo lo que nunca he hecho.
Malo. Malo. No debo olvidarlo. Ya no soy más aquél. Soy un ser nuevo, un ser que yo mismo he construido aquí, millones de kilómetros más allá de Plutón. Hecho de acero y de estrellas y de no-espacio; duro, confiado y autosuficiente. Alguien que no teme vivir.
El pasado ha quedado atrás. Sin embargo, todavía duele.

2 de agosto
Una nave, hoy. Las pesadillas continúan. ¡Maldición!

3 de agosto
Anoche no tuve pesadillas. La segunda vez que ocurre. He descansado bien después de abrir un agujero para una nave anular durante el día. ¿Día?, ¿noche? Palabras sin sentido. Sin embargo, aún escribo como si aquí tuvieran algún significado. Cuatro años no han hecho mella sobre el concepto que tengo de la Tierra. Sin embargo, antes no sentía la necesidad de ahuyentar los pensamientos acerca de Karen. Además, no debería necesitar de apoyos.

10 de agosto
Hace pocas noches llegó otra nave. No tuve sueños después. ¡Una fórmula!
Lucho contra los recuerdos. Pienso acerca de otras cosas que me sucedieron en la Tierra. Cosas buenas. Realmente, hubo muchas; y habrá más cuando regrese. Tengo que asegurarme de que eso ocurra.
Esas pesadillas son estúpidas. No permitiré que continúen. Existían otras cosas aparte de lo que compartí con Karen, otras cosas que me gustaría recordar. ¿Por qué me resulta imposible?

18 de agosto
Falta un mes para que llegue la Charon. Me pregunto quién será mi relevo. Me pregunto qué lo traerá hasta aquí.
Los sueños con la Tierra persisten. No. Debo llamarlos «los sueños con Karen». ¿Acaso me asusta escribir su nombre?

20 de agosto
Una nave, hoy. Después de marcharse, me quedé afuera mirando las estrellas. Durante varias horas, creo. En aquel momento no me daba cuenta del paso del tiempo.
Estar en el exterior es hermoso. Solitario, sí. Pero, ¡qué soledad! Uno está solo con el universo; las estrellas como una alfombra a mis pies y titilan sobre mi cabeza.
Cada una es un sol. Sin embargo, parecen frías. Me pongo a temblar, perdido en la inmensidad, preguntándome cómo llegaron hasta allí y qué significan.
Espero que mi relevo, sea quién sea, apreciará todo esto como se merece. Hay tantos que no pueden o no quieren. Hombres que caminan en la noche y no miran hacia el cielo. Espero que mi relevo no sea uno de ellos.

24 de agosto
Cuando regresé a la Tierra, buscaré a Karen. Debo hacerlo. ¿Cómo puedo esperar que las cosas resulten diferentes esta vez si soy incapaz de levantar mis ánimos para enfrentarme con una situación semejante? Y las cosas tienen que resultar diferentes. Por tanto, debo enfrentar a Karen, y probarme que he cambiado.
Realmente cambiado.

No hay comentarios.: