miércoles, diciembre 31, 2008

Feliz Año Nuevo !!!!

Solo quiero dejar la constancia de el fin de año, el mejor año en mi vida, boda, luna de miel, bebé, bueno que mas se puede pedir, ahora que nos depara el 2009, crisis? despidos? inseguridad? no lo creo.

Para ti te deseo muchas felicidades y que este 2009 sea un año de crecimiento.

Atte Pablov, un fuerte abrazo.

miércoles, diciembre 03, 2008

Puta soledad



George R. R. Martin

Soledad, religion, amor.... y estrellas.


De cuando sientes que te clavan un cuchillo muy muy muy adentro y sientes que solo deja un VACIOOOOOO tan grande como el mismo espacio y tan denso como el limbo... ahi sabes lo que es ser Lazaro y en cuanto se convierten tres diás espirituales en diás mortales...


Adelante unos posts de "La segunda clase de soledad" (The Second Kind of Loneliness, 1972) de George R. R. Martin

LA SEGUNDA CLASE DE SOLEDAD

parte 1


18 de junio
Mi relevo ha partido hoy desde la Tierra.
Por supuesto, pasarán al menos tres meses antes de que llegue. Pero ya está en camino.
Hoy ha despegado desde El Cabo, como lo hice yo cuatro años atrás. Una vez en la Estación Komarov, se dirigirá hacia una nave lunar, luego girará en órbita alrededor de Luna, en la Estación del Espacio Profundo. Allí comenzará realmente su viaje. Hasta entonces sólo habrá estado rondando terreno familiar.
Hasta que la Charon no abandone la Estación del Espacio Profundo y se sumerja en la noche, no lo sentirá, no lo sentirá realmente, como no lo sentí yo hace cuatro años. No le afectará el golpe hasta que la Tierra y la Luna se desvanezcan a sus espaldas. Por supuesto, sabe desde el principio que ya no puede echarse atrás. No obstante, hay una diferencia entre saberlo y sentirlo. Ahora, lo sentirá.
Se producirá una parada orbital intermedia alrededor de Marte para enviar suministros a la ciudad de Burroughs. Y otras escalas en el cinturón. Pero, la Charon comenzará entonces a ganar velocidad. Viajará velozmente cuando llegue a Júpiter. Y mucho más después de rodearlo utilizando la gravedad del enorme planeta como un disparador que aumentará su aceleración.
A partir de este momento, la Charon no volverá a detenerse. No, hasta llegar adonde estoy, aquí, en el Anillo de la Estrella Cerbero, seis millones de millas más allá de Plutón.
Mi relevo dispondrá de un largo tiempo para meditar. Como me ocurrió a mí.
Aún hoy sigo meditando, cuatro años después. Lo que sucede es que no hay otra cosa que hacer aquí. Las naves anulares llegan con rareza y, a la larga, uno se aburre de las películas, de los tapes, de los libros. Entonces, uno medita. Se piensa en el pasado y se sueña con el futuro. Se lucha para que la soledad y el aburrimiento no le vuelvan loco a uno.
Han sido cuatro largos años. Sin embargo, están a punto de terminar. Será maravilloso regresar. Quiero caminar otra vez sobre el césped y ver las nubes, y comer un helado de nata.
No obstante, a pesar de todo, no lamento haber venido. Creo que estos cuatro años que he pasado a solas con la oscuridad me hicieron bien. No creo haber perdido demasiado. Ahora, mis tiempos en la Tierra me parecen remotos, pero si intento puedo recordarlos. No todos los recuerdos son agradables. A decir verdad estaba bastante fastidiado entonces.
Necesitaba tiempo para pensar, y eso es algo fácil lograrlo aquí. El hombre que embarcará en la Charon no será el mismo que llegó hace cuatro años. Cuando vuelva a la Tierra, me forjaré una nueva vida. Sé que lo haré.

20 de junio
Hoy ha llegado una nave.
Por supuesto, no sabía que vendría. Nunca lo sé. Las naves anulares son irregulares, y el tipo de energía que se emplea en este lugar convierte las señales de radio en un ruido caótico. En el momento en que la nave, por fin, atravesó la atmósfera, los radares de la estación la detectaron y me dieron aviso.
Seguramente se trataba de una nave anular. Mucho más grande que aquellas equipadas con el viejo sistema de paletas herrumbrosas como la Charon y mejor preparada para soportar las tensiones del vórtice del no-espacio. Venía en línea recta, sin intenciones aparentes de frenar.
Mientras bajaba hacia el cuarto de control para atarme, un pensamiento irrumpió en mi mente. Ésta debía ser la última. O tal vez no, por supuesto. Todavía faltan tres meses, y se trata de un período de tiempo lo suficientemente largo como para que vengan una docena de naves. Pero nunca se sabe. Las naves anulares son irregulares, como ya dije.
En cierto modo, el pensamiento me inquietó. Las naves han constituido parte importante de mi vida durante cuatro años. Y la de hoy podría ser la última. Si así fuere quiero que descienda. Creo que me asisten buenas razones para desearlo. Cuando viene una nave todo parece andar mejor.
El cuarto de control está en el centro de mi puesto de mandos. Es el centro de todo, es donde confluyen los nervios, los tendones y los músculos de la estación. No obstante, no tiene un aspecto demasiado espectacular. El cuarto es pequeño, y una vez se cierra la puerta sólo quedan el piso, el techo y las paredes pintadas de un color blanco sin matices.
Sólo hay un artilugio en el cuarto: una consola en forma de herradura que rodea una única silla acolchada.
Me senté hoy en aquella silla tal vez por última vez. Me até, me coloqué los auriculares y bajé el casco. Llevé una mano hacia los controles, los toqué y los encendí.
Y el cuarto de control se desvaneció.
Por supuesto, esto a causa de los hológrafos. Lo sé. Sin embargo, saberlo significa bien poco cuando me acomodo en aquella silla. Entonces, en lo que a mí respecta, ya no estoy más dentro del cuarto. Salgo de él, estoy en el vacío. La consola de control y la silla siguen en el mismo lugar. Pero, el resto desaparece. En cambio, la dolorosa oscuridad está en todas partes: encima, debajo y a mi alrededor.
El lejano sol es sólo una estrella más entre tantas, y todas las estrellas quedan tremendamente lejos.
Así sucede. Así ocurrió hoy. Cuando pulsé los controles me quedé solo en el Universo con las frías estrellas y el anillo. El Anillo de la Estrella Cerbero.
Lo veía desde arriba como si me encontrara en su exterior. Se trata, en realidad, de una estructura muy vasta. No obstante, desde afuera no lo parece. La inmensidad del conjunto la devora. Un delgado hilo de plata perdido en la inmensidad.
Sin embargo, conozco la verdad. El anillo es enorme. Los cuarteles donde habito ocupan un solo grado del círculo que forma, un círculo cuyo diámetro supera los ciento cincuenta kilómetros. El resto son circuitos, radares y depósitos de energía. Y la maquinaria, la maquinaria del no-espacio.
El anillo quedó en silencio; su porción más lejana se perdía en la nada. Presioné un botón de la consola. Más abajo, la máquina del no-espacio se despertó.
En el centro del anillo apareció una nueva estrella.
Al principio parecía un punto de luz en medio de la oscuridad. De color verde, de un verde brillante. Así ocurrió hoy, pero no siempre. El espacio vacío es variopinto.
De haberlo deseado habría podido ver entonces la parte más alejada del anillo. Brillaba con luminosidad propia. Vivas y despiertas, las máquinas del no-espacio vertían inimaginables cantidades de energía para cavar un agujero en el mismo espacio.
El agujero había estado allí mucho antes de que existiera Cerbero, mucho antes de la llegada del hombre. Lo hallaron, quizá por accidente, cuando llegaron a Plutón. Y construyeron un anillo a su alrededor. Después encontraron otros dos agujeros y les colocaron sus anillos también.
Los agujeros eran pequeños, demasiado pequeños. Sin embargo, podían agrandarse. Temporalmente, se lograba abrirlos más a expensas de grandes cantidades de energía. Se les podía inyectar energía sin refinar a través del limpio y pequeño agujero hasta que la plácida superficie del espacio vacío se desgastara, se plegara y diera lugar a la formación del vórtice.
Y ahora ocurrió lo previsto.
En el centro del anillo, la estrella aumentó de tamaño y se aplanó. Se trataba de un disco que latía, no de un globo. Era lo que más brillaba en el espacio. Y latía visiblemente. Del disco hilador verde salían y volvían a entrar lanzaderas de vivo color naranja. Asimismo, se desprendían unas volutas de humo azules. Motas rojas bailaban y titilaban, crecían y se empequeñecían rodeadas por el verde. Los colores comenzaron a mezclarse y a danzar al unísono.
La estrella plana y multicolor duplicó su tamaño; lo que repitió una y otra vez. Minutos antes, no existía. Ahora, llenaba el anillo, se adhería a las paredes plateadas, las taladraba con su poderosa energía. Comenzó a enrollarse cada vez a mayor velocidad, parecía un remolino en el espacio, un torbellino de luz y llamas.
El vórtice. El vórtice del no-espacio. La rugidora tormenta que ni es tal tormenta ni ruge porque no existe sonido en el espacio.
Hacia él se aproximó la nave anular. Al principio, parecía una estrella con movimiento propio. Después, rápidamente, más rápidamente de lo que mi vista podía captar, fue cobrando forma visible. Se convirtió en una oscura bala de plata en la oscuridad. Una bala disparada hacia el vórtice.
La puntería era buena. La nave golpeó casi en el centro del anillo. Los serpenteantes colores la envolvieron. Tecleé mis controles. Aún más rápidamente de lo que había aparecido el vórtice se esfumó. También la nave por supuesto. Una vez más, quedaba sólo yo; y el anillo, y las estrellas.
Entonces, pulsé otro botón y me encontré de nuevo en el vacío y blanco cuarto de control. Desatado. Quizá desatado por última vez.
De algún modo, espero que no sea verdad. Nunca pensé que añoraría algo de aquí. Sin embargo, así será. Extrañaré las naves anulares. Echaré de menos momentos como el de hoy.
Espero que ocurra unas cuantas veces más, antes de irme. Quisiera percibir otra vez bajo mis manos el despertar de las máquinas del no-espacio. Y ver al vórtice hervir, y temblar mientras floto solo entre las estrellas. Siquiera una vez más. Antes de que me vaya.

23 de junio
Aquella nave anular me dio que pensar. Más de lo usual.
Resulta gracioso descubrir que nunca se me ocurriera antes la idea de subir a una de esas naves. Existe un nuevo mundo completo al otro lado del no-espacio; Segunda Oportunidad, un planeta verde muy rico que está tan alejado que los astrónomos dudan si pertenece o no a nuestra misma galaxia. Eso es lo bueno que tienen los agujeros. No estás seguro de dónde están hasta que se descubren.
Cuando era niño, leí mucho acerca de los viajes estelares. Muchos creían que eran imposibles. Pero los que creían siempre afirmaron que Alfa Centauro sería el primer sistema que exploraríamos y colonizaríamos. Porque era el más cercano y por muchas otras razones. Resulta gracioso descubrir cuánto se equivocaron. Por el contrario, nuestras colonias se emplazaron en soles que ni siquiera podemos ver. Además, creo que no llegaremos jamás a Alfa Centauro.
De alguna manera, nunca pensé en las colonias en un sentido personal. Y todavía no puedo hacerlo. La Tierra fue teatro de mi fracaso. Y es donde ahora triunfaré. Las colonias sólo significan para mí otra evasión.
¿Como Cerbero?

26 de junio
Hoy apareció otra nave. A fin de cuentas, la anterior no fue la última. ¿Lo será ésta?

29 de junio
¿Por qué un hombre acepta voluntariamente un trabajo de esta naturaleza? ¿Por qué un hombre se entierra en un anillo de plata que está millones de kilómetros más allá de Plutón para cuidar de un agujero en el espacio? ¿Por qué pierde cuatro años de su vida, solo y a oscuras?
¿Por qué?
Al principio, los primeros días, me lo preguntaba continuamente. Ignoraba la respuesta entonces. Ahora, creo saberla. Lamentaba amargamente el impulso que me había traído hasta aquí. Ahora, creo comprenderlo.
En realidad, no se trataba de un impulso. Me refugié en Cerbero. Me refugié para huir de la soledad.
¿Tiene algún sentido lo que digo?
Sí, lo tiene. Conozco la soledad. Ha sido el tema central de mi vida. He estado solo desde que tengo memoria.
No obstante, existen dos clases de soledad.
Mucha gente no aprecia la diferencia. Yo lo he hecho. Sufrí ambas.
Se escribe y se habla sobre la soledad de los hombres que habitan los anillos estelares. Los faros del espacio y toda esa cháchara. Y tienen razón.
A veces, aquí, en Cerbero, pienso que soy el único hombre del Universo. Que la Tierra sólo fue un sueño febril. Que las personas que recuerdo sólo son productos de mi imaginación.
Aquí, a veces, necesito hablar con alguien de manera tan imperiosa que grito y me golpeo la cabeza contra las paredes. A veces, cuando el aburrimiento se hace carne en mí, creo que voy a enloquecer.
Sin embargo, existen otras veces. Cuando llegan las naves anulares. Cuando salgo a efectuar alguna reparación. O cuando me siento en la silla de la sala de control y me imagino afuera, en la oscuridad, mirando las estrellas.
¿Solitario? Sí. Pero una soledad solemne, enriquecedora, trágica. Una soledad teñida de cierta grandeza. Una soledad que llegas a odiar con todas tus fuerzas... y a amar tanto que pides más.
Y ésta es la segunda clase de soledad.
Para ella, no es preciso venir al Anillo de la Estrella Cerbero. Se la puede encontrar en cualquier parte de la Tierra. Lo sé. La he vivido. La he experimentado en todas partes, en todo cuanto he hecho.
Se trata de la soledad de los que están encerrados en sí mismos. La soledad de aquellos que tantas veces han dicho lo que no debían, que ya no tienen ánimos para decir nada más. Una soledad hecha de miedo, no de distancia.
La soledad de la gente que se siente sola en cuartos amueblados de ciudades populosas porque no tienen dónde ir y nadie con quien hablar. La soledad de los tipos que van a un bar para hablar con alguien, y que descubren que no saben cómo iniciar una conversación, y que carecen del coraje suficiente para entablarla.
Esa clase de soledad carece de grandeza. No tiene sentido ni poesía. Es la soledad sin significado. Es triste, escuálida, patética y apesta a autocompasión.
Sí, a veces resulta doloroso estar solo entre las estrellas. Sin embargo, es más triste estar solo en una fiesta. Bastante más triste.

30 de junio
He leído lo que escribí ayer. Hablaba de la autocompasión...
LA SEGUNDA CLASE DE SOLEDAD parte 3

25 de agosto
Las tonterías de ayer. ¿Cómo podría enfrentarme a Karen? ¿Qué le diría? De nuevo he tratado de engañarme a mí mismo, de volver a lo que era. No. No debo ver a Karen.
Demonios, no logro controlar mis sueños.

30 de agosto
He estado visitando el cuarto de control y he permanecido afuera largas horas. No había naves anulares. No obstante, he descubierto que si salgo, los recuerdos de la Tierra se desvanecen.
Cuanto más lo conozco, más seguro estoy de que echaré de menos Cerbero. De aquí a un año, estaré de vuelta a la Tierra, mirando el cielo nocturno y recordando cómo el anillo emitía destellos de plata a la luz de las estrellas. Sé que lo haré.
Y el vórtice. Recordaré el vórtice y la manera en que los colores caracoleaban y se entremezclaban. Cada vez de un modo diferente.
Es una pena que nunca fuera un gran comerciante. Podría hacer una fortuna de regreso en la Tierra con una filmación del vórtice en el momento en que gira. La danza del vacío. Me sorprende que nadie haya pensado en ello.
Tal vez se lo sugiera a mi relevo. Algo para llenar las horas, si es que le interesa. Espero que sí. El saber de la Tierra se enriquecería si alguien le lleva un film. Lo haría yo mismo, pero mi equipo no funciona bien y no tengo tiempo para repararlo.

4 de septiembre
La semana pasada he salido cada día. No tengo pesadillas. Sólo sueños de la oscuridad, interrumpida por los colores del no-espacio.

9 de septiembre
Sigo saliendo y absorbiendo lo que veo. Pronto, muy pronto ahora, perderé todo esto. Para siempre. Siento que debo aprovechar cada segundo. Debo memorizar todo lo que sucede aquí en Cerbero para conservar el asombro, la maravilla y la fresca belleza dentro de mí cuando haya vuelto a la Tierra.

10 de septiembre
No han llegado naves durante un largo período de tiempo. ¿Habrán terminado entonces? ¿Habré visto ya la última?

12 de septiembre
Hoy no hubo naves. Sin embargo, salí y encendí las máquinas y dejé que el vórtice rugiera.
¿Por qué siempre hablo de rugidos y de los gritos del vórtice? No existen los sonidos en el espacio. No oigo nada. Pero observo. Y ruge.
Lo hace.
Los sonidos del silencio. Pero no en el sentido en que lo dicen los poetas.

13 de septiembre
Aunque no hubo naves, hoy miré el vórtice otra vez.
Nunca antes había hecho cosa semejante. Ahora, ya lo he hecho dos veces. Está prohibido. El precio, en términos de energía, es enorme y Cerbero se nutre de energía. Entonces, ¿por qué? Es como si me resistiera a abandonar el vórtice. Pero debo hacerlo. Pronto.

14 de septiembre¡Idiota, idiota, idiota! ¿Qué he estado haciendo? La Charon está a menos de una semana de distancia y me he quedado observando las estrellas como si nunca las hubiera visto. Ni siquiera he comenzado a empacar mis cosas. No he preparado las grabaciones para el relevo ni he dejado la estación en orden.
¡Idiota! ¿Por qué pierdo el tiempo escribiendo este maldito diario?

15 de septiembre
Casi he terminado de empacar. También han salido a la luz algunas cosas extrañas. Cosas que he estado tratando de esconder durante los primeros tiempos. Mi novela, por ejemplo. Durante los primeros seis meses escribí una; pensaba que era muy buena. Casi no podía esperar el regreso a la Tierra para publicarla y convertirme en un Autor. Ah, sí. La leí de nuevo el año pasado. Basura.
También encontré una fotografía de Karen.

16 de septiembre
Hoy llevé una botella de whisky escocés y un vaso al cuarto de control, me senté frente a la consola y me até. Bebí en honor de la oscuridad, de las estrellas y del vórtice. Los extrañaré.

17 de septiembre
Un día, según mis cálculos. Un día. Y estaré en viaje a casa, a una estrella fresca, a una nueva vida. Si tengo el valor de vivirla.

18 de septiembre
Casi es medianoche. No hay señales de la Charon. ¿Qué habrá fallado?
Probablemente nada. Estos programas nunca son precisos. A veces se dilatan durante una semana. Entonces, ¿por qué me preocupo? Diablos, yo mismo llegué tarde cuando vine. Me pregunto qué pensaría entonces el pobre tipo al que reemplacé.

20 de septiembre
La Charon tampoco llegó ayer. Después de que me harté de esperar, cogí la botella de whisky y regresé al cuarto de control. Y afuera. A beber otro trago de estrellas. Y de vórtice. Desperté al vórtice y lo bebí a tragos.
Un montón de tragos. Terminé la botella. Hoy he tenido una resaca que pensé que jamás regresaría a la Tierra.
Me he comportado como un imbécil. La tripulación de la Charon puede haber visto los colores del vórtice. Si me denuncian, tendré que pagar una fortuna que saldrá del dinero que me espera en la Tierra.

21 de septiembre¿Dónde está la Charon? ¿Le ha ocurrido algo? ¿Vendrá?

22 de septiembre
Salí de nuevo.
Dios mío, qué hermoso, qué solitario, qué vasto. Inolvidable, ésa es la palabra. La belleza que hay allí afuera es inolvidable. A veces pienso que soy un tonto por regresar. Cambio la eternidad por una pizza, una circunstancia, una palabra amable.
¡NO! ¿Qué estoy escribiendo? No. Voy a regresar. Por supuesto que voy a hacerlo. Necesito la Tierra, la extraño, la quiero. Esta vez será diferente. Encontraré a otra Karen, y esta vez no cometeré errores.

23 de septiembre
Estoy enfermo. Dios, estoy enfermo. Las cosas que he pensado. Creía haber cambiado pero sé que no lo he hecho. Se me ha dado por quedarme aquí, por firmar contrato por otro período. No quiero. No. Sin embargo, pienso que sigo temiéndole a la vida, a la Tierra, a todo.
Date prisa, Charon. Date prisa, antes de que cambie de idea.

24 de septiembre
¿Karen o el vórtice? ¿La Tierra o la eternidad? ¡Maldito sea, cómo puedo pensar así! ¡Karen! ¡La Tierra! Debo tener valor, debo enfrentar el dolor, debo disfrutar de la vida. No soy una piedra. Ni una isla. Ni una estrella.

25 de septiembre
Ni señales de la Charon. Lleva una semana completa de retraso. A veces ocurre. Pero no con demasiada frecuencia. Llegará pronto. Lo sé.

30 de septiembre
Nada. Todos los días observo, y espero. Controlo los radares y salgo a mirar y recorro el anillo. Pero nada. Nunca se han demorado tanto. ¿Qué es lo que ha fallado?

3 de octubre
Una nave, hoy. No era la Charon. Lo pensé al principio, cuando los radares la detectaron. Grité, lo suficientemente alto como para despertar al vórtice. Pero eché una mirada y se me partió el alma. Era demasiado grande y venía en línea recta, sin frenar.
Salí y la dejé pasar. Y me quedé afuera mucho tiempo.

4 de octubre
Quiero ir a casa. ¿Dónde están? No lo entiendo. No lo entiendo. No pueden abandonarme aquí. No pueden. No lo harán.

6 de octubre
Una nave, hoy. Otra vez se trataba de una nave anular. Antes las observaba. Ahora las odio porque no son la Charon. Sin embargo, la dejé pasar.

7 de octubre
He desempacado. Es absurdo tener todo guardado en las maletas si no sé cuándo vendrá la Charon. Si es que viene.
A pesar de todo, aún la espero. Está en camino. Lo sé. Sólo que se ha demorado en alguna parte. Una avería en el cinturón, tal vez.
Existen muchas explicaciones.
Mientras tanto, realizo tareas extrañas alrededor del anillo. Nunca me dediqué a ponerlo en forma para mi relevo. Estuve demasiado ocupado contemplando las estrellas, y me olvidé de mis deberes.

8 de enero (O algo así)
Oscuridad y desesperación.
Ya sé por qué la Charon no ha llegado. No me cabe la menor duda. El calendario estaba revuelto. Es enero, no octubre. He vivido equivocado con respecto a las fechas durante meses. Incluso he celebrado la fiesta nacional de mi país un día equivocado.
Lo descubrí ayer cuando efectuaba unos ajustes en el anillo. Quería asegurarme de que todo funcionara bien. Para mi relevo.
Sólo que no existe ningún relevo.
La Charon llegó hace tres meses. La destruí.
Enfermo. Estaba enfermo. Enfermo y loco. Tan pronto como lo hice, tomé conciencia de lo que hice. ¡Oh, Dios! Grité durante horas.
Entonces, barajé las hojas del calendario. Y olvidé. Quizá deliberadamente. Tal vez no soportaba recordar una cosa semejante. No lo sé. Todo lo que sé es que lo olvidé.
Pero ahora recuerdo. Ahora lo recuerdo todo.
Los exploradores me avisaron que la Charon se aproximaba. Yo estaba afuera, esperando. Observando. Tratando de que la última visión de las estrellas, de la oscuridad, permaneciera en mi para siempre.
La Charon vino a través de la oscuridad. Parecía tan lenta comparada con las naves anulares. Y tan pequeña. Era mi salvación, mi relevo; sin embargo, parecía tan frágil, tan tonta y, de alguna manera, tan fea. Escuálida. Me recordó la Tierra.
Se dirigió hacia los muelles, introduciéndose en el anillo, desde arriba, hacia la sección habitable de Cerbero. Tan, tan lentamente. La miré venir. Me pregunté qué dirían la tripulación y mi relevo. Qué pensarían de mí. Me mordía los puños.
Y de repente no soporté más. De repente, la nave me dio miedo. De repente, la odié.
Y desperté al vórtice.
Una llamarada roja, ramificada en lenguas amarillas, creció rápidamente disparando rayos verdeazulados. Uno de ellos pasó cerca la Charon. Y la nave se sacudió.
Ahora comprendo que no me di cuenta de lo que hacía. Sabía que la Charon no estaba blindada. Sabía que no podría soportar las descargas de energía del vórtice. Lo sabía.
La Charon era tan lenta, y el vórtice tan veloz. En dos segundos, el remolino envolvió la nave. En tres, la había devorado.
Todo ocurrió muy rápido. No sé si la nave se derritió, o ardió, o estalló. No obstante, sé que no habría podido salvarse. Sin embargo, no hay sangre en el anillo estelar. Los restos están en algún lugar, del otro lado del no-espacio. Si es que quedaron restos.
El anillo y la oscuridad parecen los de siempre.
Por eso lo olvidé tan fácilmente. Y seguramente que deseaba mucho olvidarlo.
¿Y ahora? ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Lo descubrirán los de la Tierra? ¿Habrá otro relevo?
Quiero ir a casa.
Karen, yo...

16 de junio
Mi relevo ha partido hoy desde la Tierra.
Por lo menos, es lo que creo, Por alguna razón, se han mezclado las hojas del calendario y no estoy seguro de la fecha. Pero, volveré a ordenarlas.
De todos modos, sólo debe de haberse alterado en uno o dos días, sino me habría dado cuenta. Por consiguiente, mi relevo ya está en camino. Por supuesto, tardará tres meses en llegar.
Pero, ya está en camino.
LA SEGUNDA CLASE DE SOLEDAD parte 2

1 de julio
He leído el comentario que escribí ayer. Mi máscara de petulancia. Después de cuatro años, aún sigo resistiendo a ser sincero conmigo mismo. Eso es malo. Si quiero que esta vez las cosas resulten diferentes, tengo que comprenderme.
Entonces, ¿por qué tengo que burlarme de mí cuando admito que estoy solo y que soy vulnerable? ¿Por qué tengo que luchar en contra de mí mismo para reconocer que tengo miedo de vivir? Nadie jamás va a leer estas páginas. Estoy hablando sobre mí y sólo para mí.
Entonces, ¿por qué me repugna decir ciertas cosas?

4 de julio
Hoy no apareció ninguna nave anular. Malo. Los de la Tierra jamás han podido encender el vórtice del no-espacio. Y siempre lo he celebrado.
No obstante, ¿por qué conservo aquí un calendario de la Tierra? ¿Aquí donde los años son siglos y las estaciones un recuerdo impreciso? Julio es igual a diciembre. Entonces, ¿de qué me sirve?

10 de julio
Anoche soñé con Karen. Y ahora no puedo quitármela de la cabeza.
Pensé haber enterrado su recuerdo desde hacía mucho tiempo. Pero no sólo era una fantasía. Oh, yo le gustaba bastante. Tal vez me amara. Pero no más que a media docena de otros tipos. Yo no era algo extraordinario para ella, y nunca se dio cuenta de lo extraordinaria que ella era para mí.
Y no es que quisiera ser extraordinario para ella... necesitaba, alguna vez, fundamentalmente resultar extraordinario para alguien.
Así que fue mi elegida. Pero no pasó de ser una fantasía. Y me daba cuenta de ello en mis momentos de lucidez. No tenía por qué sentirme tan herido. Nada podía exigirle.
Pero creo lo hice, en mi imaginación. Me sentía lastimado. Fue mi culpa, no de Karen. Ella nunca lastimaría a alguien voluntariamente. Lo que ocurrió es que nunca se dio cuenta de lo frágil que yo era.
Incluso aquí, al principio, seguí soñando. Soñaba en el modo en que ella cambiaría mi vida; en la forma en que me esperaría. Y otras cosas.
Pero no eran más que vanos deseos. Aquello ocurrió antes de llegar a comprenderme a mí mismo. Ahora sé que no me estará esperando. Que no me necesita y que nunca me necesitó. Que yo sólo era un amigo más.
Por tanto, me disgusta soñar con ella. Es malo. Haga lo que haga, no debo buscar a Karen cuando regrese. No debo comenzar todo de nuevo. Tengo que encontrar a alguien que sí me necesite. Y no debo buscarla si no quiero hundirme otra vez en mi antigua vida.

18 de julio
Ya ha pasado un mes desde que mi relevo abandonó la Tierra. A esas fechas, la Charon debe haber llegado al Cinturón. Faltan dos meses.

23 de julio
Ahora tengo pesadillas. Dios mío, ayúdame.
Sueño de nuevo en la Tierra. Y en Karen. No puedo evitarlo. Todas los noches igual.
Resulta gracioso llamar «pesadilla» a Karen. Hasta ahora, siempre había sido un bello sueño. Un sueño hermoso, con su cabello largo y suave, y su risa, y aquella maravillosa forma de sonreír. Pero aquellos sueños eran sólo vanos deseos. En ellos, Karen me necesitaba y me amaba.
Las pesadillas me muestran la verdad. Todas son iguales. Son una repetición de la última noche que Karen y yo pasamos juntos.
De acuerdo con mi escala de valores, aquélla fue una buena noche. Comimos en uno de mis restaurantes preferidos y fuimos a ver un espectáculo. Conversamos con fluidez sobre muchas cosas. Y también nos reímos mucho juntos.
Sólo más tarde, de regreso en su casa, modifiqué la situación.
Ocurrió cuando traté de decirle cuánto significaba ella para mí. Recuerdo lo incómodo y estúpido que me sentí, cómo luché para que las palabras salieran de mi boca, cómo tartamudeé. Casi todo me salió mal. Recuerdo la mirada de Karen en aquel momento. Era una mirada extraña. El modo como trató de desilusionarme. Amablemente. Karen siempre se comportaba con amabilidad. La miré a los ojos y escuché su voz. No encontré amor, ni necesidad. Sólo... sólo piedad, me parece. Piedad hacia un impulso incapaz de expresarse que había pasado junto a su vida sin siquiera rozarla. Y no porque yo no quisiera. Sino porque tenía temor y no sabía qué es lo que debía hacer. Karen había captado aquel impulso y, a su manera, lo amaba... claro, Karen amaba a todo el mundo. Trató de ayudarme, de contagiarme algo de su seguridad, algo de su coraje y de la impetuosidad con que enfrentaba la vida. Los tenía sobrados.
Sin embargo, no bastó. El impulso fantaseaba con el día en que dejaría de estar solo para siempre. Y cuando Karen trató de ayudarme, pensé que aquel impulso, aquel sueño se hacía realidad. O me obligué a pensarlo así. Por supuesto, sospechaba la verdad; pero prefería engañarse al respecto.
Y cuando llegó el día en que no pude mentirme más, era aún lo suficientemente vulnerable como para sentirme herido. No pertenecía al tipo cuyas heridas cicatrizan rápidamente. Carecía del valor para intentarlo de nuevo. Por eso huí.
Espero que las pesadillas se acaben. No puedo soportarlas, noche tras noche. No soporto revivir aquella hora en el piso de Karen.
He permanecido aquí durante cuatro años. Me he analizado en profundidad. He cambiado en aquello que no me gustaba; o, al menos, hice el intento. He tratado de cultivar mi capacidad de cicatrizar, de ganar confianza en mí mismo para enfrentar los nuevos rechazos que sufriré antes de que alguien me acepte. Sin embargo, sé que estoy condenado, y que sólo he obtenido éxitos parciales. Siempre existirán cosas que me lastimen, situaciones que nunca estaré capacitado para enfrentar como me gustaría.
El recuerdo de esa última hora con Karen es una de ellas. Dios mío, espero que las pesadillas terminen.

26 de julio
Más pesadillas. Por favor, Karen. Te he amado mucho. Déjame solo. Por favor.


29 de julio
Gracias a Dios, ayer pasó una nave estelar. Necesitaba una. Me ayudó a olvidar por un momento a la Tierra, a Karen. Por primera vez en una semana, no tuve pesadillas por la noche. En cambio, soñé con el vórtice del no-espacio. La rugiente tormenta silenciosa.

1 de agosto
Las pesadillas han vuelto. No siempre es Karen la protagonista. Viejos recuerdos, también. Infinitamente menos importantes, pero igualmente dolorosos. Todas las tonterías que he dicho, todas las muchachas que conocí, todo lo que nunca he hecho.
Malo. Malo. No debo olvidarlo. Ya no soy más aquél. Soy un ser nuevo, un ser que yo mismo he construido aquí, millones de kilómetros más allá de Plutón. Hecho de acero y de estrellas y de no-espacio; duro, confiado y autosuficiente. Alguien que no teme vivir.
El pasado ha quedado atrás. Sin embargo, todavía duele.

2 de agosto
Una nave, hoy. Las pesadillas continúan. ¡Maldición!

3 de agosto
Anoche no tuve pesadillas. La segunda vez que ocurre. He descansado bien después de abrir un agujero para una nave anular durante el día. ¿Día?, ¿noche? Palabras sin sentido. Sin embargo, aún escribo como si aquí tuvieran algún significado. Cuatro años no han hecho mella sobre el concepto que tengo de la Tierra. Sin embargo, antes no sentía la necesidad de ahuyentar los pensamientos acerca de Karen. Además, no debería necesitar de apoyos.

10 de agosto
Hace pocas noches llegó otra nave. No tuve sueños después. ¡Una fórmula!
Lucho contra los recuerdos. Pienso acerca de otras cosas que me sucedieron en la Tierra. Cosas buenas. Realmente, hubo muchas; y habrá más cuando regrese. Tengo que asegurarme de que eso ocurra.
Esas pesadillas son estúpidas. No permitiré que continúen. Existían otras cosas aparte de lo que compartí con Karen, otras cosas que me gustaría recordar. ¿Por qué me resulta imposible?

18 de agosto
Falta un mes para que llegue la Charon. Me pregunto quién será mi relevo. Me pregunto qué lo traerá hasta aquí.
Los sueños con la Tierra persisten. No. Debo llamarlos «los sueños con Karen». ¿Acaso me asusta escribir su nombre?

20 de agosto
Una nave, hoy. Después de marcharse, me quedé afuera mirando las estrellas. Durante varias horas, creo. En aquel momento no me daba cuenta del paso del tiempo.
Estar en el exterior es hermoso. Solitario, sí. Pero, ¡qué soledad! Uno está solo con el universo; las estrellas como una alfombra a mis pies y titilan sobre mi cabeza.
Cada una es un sol. Sin embargo, parecen frías. Me pongo a temblar, perdido en la inmensidad, preguntándome cómo llegaron hasta allí y qué significan.
Espero que mi relevo, sea quién sea, apreciará todo esto como se merece. Hay tantos que no pueden o no quieren. Hombres que caminan en la noche y no miran hacia el cielo. Espero que mi relevo no sea uno de ellos.

24 de agosto
Cuando regresé a la Tierra, buscaré a Karen. Debo hacerlo. ¿Cómo puedo esperar que las cosas resulten diferentes esta vez si soy incapaz de levantar mis ánimos para enfrentarme con una situación semejante? Y las cosas tienen que resultar diferentes. Por tanto, debo enfrentar a Karen, y probarme que he cambiado.
Realmente cambiado.

Ya tan pronto pensando en dejarnos?



1001 libros que deberías leer antes de morir


2000's:

Never Let Me Go – Kazuo Ishiguro
Saturday – Ian McEwan
On Beauty – Zadie Smith
Slow Man – J.M. Coetzee
Adjunct: An Undigest – Peter Manson
The Sea – John Banville
The Red Queen – Margaret Drabble
The Plot Against America – Philip Roth
The Master – Colm Tóibín
Vanishing Point – David Markson
The Lambs of London – Peter Ackroyd
Dining on Stones – Iain Sinclair
Cloud Atlas – David Mitchell
Drop City – T. Coraghessan Boyle
The Colour – Rose Tremain
Thursbitch – Alan Garner
The Light of Day – Graham Swift
What I Loved – Siri Hustvedt
The Curious Incident of the Dog in the Night-Time – Mark Haddon
Islands – Dan Sleigh
Elizabeth Costello – J.M. Coetzee
London Orbital – Iain Sinclair
Family Matters – Rohinton Mistry
Fingersmith – Sarah Waters
The Double – José Saramago
Everything is Illuminated – Jonathan Safran Foer
Unless – Carol Shields
Kafka on the Shore – Haruki Murakami
The Story of Lucy Gault – William Trevor
That They May Face the Rising Sun – John McGahern
In the Forest – Edna O’Brien
Shroud – John Banville
Middlesex – Jeffrey Eugenides
Youth – J.M. Coetzee
Dead Air – Iain Banks
Nowhere Man – Aleksandar Hemon
The Book of Illusions – Paul Auster
Gabriel’s Gift – Hanif Kureishi
Austerlitz – W.G. Sebald
Platform – Michael Houellebecq
Schooling – Heather McGowan
Atonement – Ian McEwan
The Corrections – Jonathan Franzen
Don’t Move – Margaret Mazzantini
The Body Artist – Don DeLillo
Fury – Salman Rushdie
At Swim, Two Boys – Jamie O’Neill
Choke – Chuck Palahniuk
Life of Pi – Yann Martel
The Feast of the Goat – Mario Vargos Llosa
An Obedient Father – Akhil Sharma
The Devil and Miss Prym – Paulo Coelho
Spring Flowers, Spring Frost – Ismail Kadare
White Teeth – Zadie Smith
The Heart of Redness – Zakes Mda
Under the Skin – Michel Faber
Ignorance – Milan Kundera
Nineteen Seventy Seven – David Peace
Celestial Harmonies – Péter Esterházy
City of God – E.L. Doctorow
How the Dead Live – Will Self
The Human Stain – Philip Roth
The Blind Assassin – Margaret Atwood
After the Quake – Haruki Murakami
Small Remedies – Shashi Deshpande
Super-Cannes – J.G. Ballard
House of Leaves – Mark Z. Danielewski
Blonde – Joyce Carol Oates
Pastoralia – George Saunders

1900s

Timbuktu – Paul Auster
The Romantics – Pankaj Mishra
Cryptonomicon – Neal Stephenson
As If I Am Not There – Slavenka Drakuli?
Everything You Need – A.L. Kennedy
Fear and Trembling – Amélie Nothomb
The Ground Beneath Her Feet – Salman Rushdie
Disgrace – J.M. Coetzee
Sputnik Sweetheart – Haruki Murakami
Elementary Particles – Michel Houellebecq
Intimacy – Hanif Kureishi
Amsterdam – Ian McEwan
Cloudsplitter – Russell Banks
All Souls Day – Cees Nooteboom
The Talk of the Town – Ardal O’Hanlon
Tipping the Velvet – Sarah Waters
The Poisonwood Bible – Barbara Kingsolver
Glamorama – Bret Easton Ellis
Another World – Pat Barker
The Hours – Michael Cunningham
Veronika Decides to Die – Paulo Coelho
Mason & Dixon – Thomas Pynchon
The God of Small Things – Arundhati Roy
Memoirs of a Geisha – Arthur Golden
Great Apes – Will Self
Enduring Love – Ian McEwan
Underworld – Don DeLillo
Jack Maggs – Peter Carey
The Life of Insects – Victor Pelevin
American Pastoral – Philip Roth
The Untouchable – John Banville
Silk – Alessandro Baricco
Cocaine Nights – J.G. Ballard
Hallucinating Foucault – Patricia Duncker
Fugitive Pieces – Anne Michaels
The Ghost Road – Pat Barker
Forever a Stranger – Hella Haasse
Infinite Jest – David Foster Wallace
The Clay Machine-Gun – Victor Pelevin
Alias Grace – Margaret Atwood
The Unconsoled – Kazuo Ishiguro
Morvern Callar – Alan Warner
The Information – Martin Amis
The Moor’s Last Sigh – Salman Rushdie
Sabbath’s Theater – Philip Roth
The Rings of Saturn – W.G. Sebald
The Reader – Bernhard Schlink
A Fine Balance – Rohinton Mistry
Love’s Work – Gillian Rose
The End of the Story – Lydia Davis
Mr. Vertigo – Paul Auster
The Folding Star – Alan Hollinghurst
Whatever – Michel Houellebecq
Land – Park Kyong-ni
The Master of Petersburg – J.M. Coetzee
The Wind-Up Bird Chronicle – Haruki Murakami
Pereira Declares: A Testimony – Antonio Tabucchi
City Sister Silver – Jàchym Topol
How Late It Was, How Late – James Kelman
Captain Corelli’s Mandolin – Louis de Bernieres
Felicia’s Journey – William Trevor
Disappearance – David Dabydeen
The Invention of Curried Sausage – Uwe Timm
The Shipping News – E. Annie Proulx
Trainspotting – Irvine Welsh
Birdsong – Sebastian Faulks
Looking for the Possible Dance – A.L. Kennedy
Operation Shylock – Philip Roth
Complicity – Iain Banks
On Love – Alain de Botton
What a Carve Up! – Jonathan Coe
A Suitable Boy – Vikram Seth
The Stone Diaries – Carol Shields
The Virgin Suicides – Jeffrey Eugenides
The House of Doctor Dee – Peter Ackroyd
The Robber Bride – Margaret Atwood
The Emigrants – W.G. Sebald
The Secret History – Donna Tartt
Life is a Caravanserai – Emine Özdamar
The Discovery of Heaven – Harry Mulisch
A Heart So White – Javier Marias
Possessing the Secret of Joy – Alice Walker
Indigo – Marina Warner
The Crow Road – Iain Banks
Written on the Body – Jeanette Winterson
Jazz – Toni Morrison
The English Patient – Michael Ondaatje
Smilla’s Sense of Snow – Peter Høeg
The Butcher Boy – Patrick McCabe
Black Water – Joyce Carol Oates
The Heather Blazing – Colm Tóibín
Asphodel – H.D. (Hilda Doolittle)
Black Dogs – Ian McEwan
Hideous Kinky – Esther Freud
Arcadia – Jim Crace
Wild Swans – Jung Chang
American Psycho – Bret Easton Ellis
Time’s Arrow – Martin Amis
Mao II – Don DeLillo
Typical – Padgett Powell
Regeneration – Pat Barker
Downriver – Iain Sinclair
Señor Vivo and the Coca Lord – Louis de Bernieres
Wise Children – Angela Carter
Get Shorty – Elmore Leonard
Amongst Women – John McGahern
Vineland – Thomas Pynchon
Vertigo – W.G. Sebald
Stone Junction – Jim Dodge
The Music of Chance – Paul Auster
The Things They Carried – Tim O’Brien
A Home at the End of the World – Michael Cunningham
Like Life – Lorrie Moore
Possession – A.S. Byatt
The Buddha of Suburbia – Hanif Kureishi
The Midnight Examiner – William Kotzwinkle
A Disaffection – James Kelman
Sexing the Cherry – Jeanette Winterson
Moon Palace – Paul Auster
Billy Bathgate – E.L. Doctorow
Remains of the Day – Kazuo Ishiguro
The Melancholy of Resistance – László Krasznahorkai
The Temple of My Familiar – Alice Walker
The Trick is to Keep Breathing – Janice Galloway
The History of the Siege of Lisbon – José Saramago
Like Water for Chocolate – Laura Esquivel
A Prayer for Owen Meany – John Irving
London Fields – Martin Amis
The Book of Evidence – John Banville
Cat’s Eye – Margaret Atwood
Foucault’s Pendulum – Umberto Eco
The Beautiful Room is Empty – Edmund White
Wittgenstein’s Mistress – David Markson
The Satanic Verses – Salman Rushdie
The Swimming-Pool Library – Alan Hollinghurst
Oscar and Lucinda – Peter Carey
Libra – Don DeLillo
The Player of Games – Iain M. Banks
Nervous Conditions – Tsitsi Dangarembga
The Long Dark Teatime of the Soul – Douglas Adams
Dirk Gently’s Holistic Detective Agency – Douglas Adams
The Radiant Way – Margaret Drabble
The Afternoon of a Writer – Peter Handke
The Black Dahlia – James Ellroy
The Passion – Jeanette Winterson
The Pigeon – Patrick Süskind
The Child in Time – Ian McEwan
Cigarettes – Harry Mathews
The Bonfire of the Vanities – Tom Wolfe
The New York Trilogy – Paul Auster
World’s End – T. Coraghessan Boyle
Enigma of Arrival – V.S. Naipaul
The Taebek Mountains – Jo Jung-rae
Beloved – Toni Morrison
Anagrams – Lorrie Moore
Matigari – Ngugi Wa Thiong’o
Marya – Joyce Carol Oates
Watchmen – Alan Moore & David Gibbons
The Old Devils – Kingsley Amis
Lost Language of Cranes – David Leavitt
An Artist of the Floating World – Kazuo Ishiguro
Extinction – Thomas Bernhard
Foe – J.M. Coetzee
The Drowned and the Saved – Primo Levi
Reasons to Live – Amy Hempel
The Parable of the Blind – Gert Hofmann
Love in the Time of Cholera – Gabriel García Márquez
Oranges Are Not the Only Fruit – Jeanette Winterson
The Cider House Rules – John Irving
A Maggot – John Fowles
Less Than Zero – Bret Easton Ellis
Contact – Carl Sagan
The Handmaid’s Tale – Margaret Atwood
Perfume – Patrick Süskind
Old Masters – Thomas Bernhard
White Noise – Don DeLillo
Queer – William Burroughs
Hawksmoor – Peter Ackroyd
Legend – David Gemmell
Dictionary of the Khazars – Milorad Pavi?
The Bus Conductor Hines – James Kelman
The Year of the Death of Ricardo Reis – José Saramago
The Lover – Marguerite Duras
Empire of the Sun – J.G. Ballard
The Wasp Factory – Iain Banks
Nights at the Circus – Angela Carter
The Unbearable Lightness of Being – Milan Kundera
Blood and Guts in High School – Kathy Acker
Neuromancer – William Gibson
Flaubert’s Parrot – Julian Barnes
Money: A Suicide Note – Martin Amis
Shame – Salman Rushdie
Worstward Ho – Samuel Beckett
Fools of Fortune – William Trevor
La Brava – Elmore Leonard
Waterland – Graham Swift
The Names – Don DeLillo
Rabbit is Rich – John Updike
Lanark: A Life in Four Books – Alasdair Graylman Rushdie
Worstward Ho – Samuel Beckett
Fools of Fortune – William Trevor
La Brava – Elmore Leonard
Waterland – Graham Swift
The Life and Times of Michael K – J.M. Coetzee
The Diary of Jane Somers – Doris Lessing
The Piano Teacher – Elfriede Jelinek
The Sorrow of Belgium – Hugo Claus
If Not Now, When? – Primo Levi
A Boy’s Own Story – Edmund White
The Color Purple – Alice Walker
Wittgenstein’s Nephew – Thomas Bernhard
A Pale View of Hills – Kazuo Ishiguro
Schindler’s Ark – Thomas Keneally
The Comfort of Strangers – Ian McEwan
July’s People – Nadine Gordimer
Summer in Baden-Baden – Leonid Tsypkin
Broken April – Ismail Kadare
Waiting for the Barbarians – J.M. Coetzee
Midnight’s Children – Salman Rushdie
Rites of Passage – William Golding
Rituals – Cees Nooteboom
Confederacy of Dunces – John Kennedy Toole
City Primeval – Elmore Leonard
The Name of the Rose – Umberto Eco
The Book of Laughter and Forgetting – Milan Kundera
Smiley’s People – John Le Carré
Shikasta – Doris Lessing
A Bend in the River – V.S. Naipaul
Burger’s Daughter - Nadine Gordimer
The Safety Net – Heinrich Böll
If On a Winter’s Night a Traveler – Italo Calvino
The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy – Douglas Adams
The Cement Garden – Ian McEwan
The World According to Garp – John Irving
Life: A User’s Manual – Georges Perec
The Sea, The Sea – Iris Murdoch
The Singapore Grip – J.G. Farrell
Yes – Thomas Bernhard
The Virgin in the Garden – A.S. Byatt
In the Heart of the Country – J.M. Coetzee
The Passion of New Eve – Angela Carter
Delta of Venus – Anaïs Nin
The Shining – Stephen King
Dispatches – Michael Herr
Petals of Blood – Ngugi Wa Thiong’o
Song of Solomon – Toni Morrison
The Hour of the Star – Clarice Lispector
The Left-Handed Woman – Peter Handke
Ratner’s Star – Don DeLillo
The Public Burning – Robert Coover
Interview With the Vampire – Anne Rice
Cutter and Bone – Newton Thornburg
Amateurs – Donald Barthelme
Patterns of Childhood – Christa Wolf
Autumn of the Patriarch – Gabriel García Márquez
W, or the Memory of Childhood – Georges Perec
A Dance to the Music of Time – Anthony Powell
Grimus – Salman Rushdie
The Dead Father – Donald Barthelme
Fateless – Imre Kertész
Willard and His Bowling Trophies – Richard Brautigan
High Rise – J.G. Ballard
Humboldt’s Gift – Saul Bellow
Dead Babies – Martin Amis
Correction – Thomas Bernhard
Ragtime – E.L. Doctorow
The Fan Man – William Kotzwinkle
Dusklands – J.M. Coetzee
The Lost Honor of Katharina Blum – Heinrich Böll
Tinker Tailor Soldier Spy – John Le Carré
Breakfast of Champions – Kurt Vonnegut, Jr.
Fear of Flying – Erica Jong
A Question of Power – Bessie Head
The Siege of Krishnapur – J.G. Farrell
The Castle of Crossed Destinies – Italo Calvino
Crash – J.G. Ballard
The Honorary Consul – Graham Greene
Gravity’s Rainbow – Thomas Pynchon
The Black Prince – Iris Murdoch
Sula – Toni Morrison
Invisible Cities – Italo Calvino
The Breast – Philip Roth
The Summer Book – Tove Jansson
G – John Berger
Surfacing – Margaret Atwood
House Mother Normal – B.S. Johnson
In A Free State – V.S. Naipaul
The Book of Daniel – E.L. Doctorow
Fear and Loathing in Las Vegas – Hunter S. Thompson
Group Portrait With Lady – Heinrich Böll
The Wild Boys – William Burroughs
Rabbit Redux – John Updike
The Sea of Fertility – Yukio Mishima
The Driver’s Seat – Muriel Spark
The Ogre – Michael Tournier
The Bluest Eye – Toni Morrison
Goalie’s Anxiety at the Penalty Kick – Peter Handke
I Know Why the Caged Bird Sings – Maya Angelou
Mercier et Camier – Samuel Beckett
Troubles – J.G. Farrell
Jahrestage – Uwe Johnson
The Atrocity Exhibition – J.G. Ballard
Tent of Miracles – Jorge Amado
Pricksongs and Descants – Robert Coover
Blind Man With a Pistol – Chester Hines
Slaughterhouse-five – Kurt Vonnegut, Jr.
The French Lieutenant’s Woman – John Fowles
The Green Man – Kingsley Amis
Portnoy’s Complaint – Philip Roth
The Godfather – Mario Puzo
Ada – Vladimir Nabokov
Them – Joyce Carol Oates
A Void/Avoid – Georges Perec
Eva Trout – Elizabeth Bowen
Myra Breckinridge – Gore Vidal
The Nice and the Good – Iris Murdoch
Belle du Seigneur – Albert Cohen
Cancer Ward – Aleksandr Isayevich Solzhenitsyn
The First Circle – Aleksandr Isayevich Solzhenitsyn
2001: A Space Odyssey – Arthur C. Clarke
Do Androids Dream of Electric Sheep? – Philip K. Dick
Dark as the Grave Wherein My Friend is Laid – Malcolm Lowry
The German Lesson – Siegfried Lenz
In Watermelon Sugar – Richard Brautigan
A Kestrel for a Knave – Barry Hines
The Quest for Christa T. – Christa Wolf
Chocky – John Wyndham
The Electric Kool-Aid Acid Test – Tom Wolfe
The Cubs and Other Stories – Mario Vargas Llosa
One Hundred Years of Solitude - Gabriel García Márquez
The Master and Margarita – Mikhail Bulgakov
Pilgrimage – Dorothy Richardson
The Joke – Milan Kundera
No Laughing Matter – Angus Wilson
The Third Policeman – Flann O’Brien
A Man Asleep – Georges Perec
The Birds Fall Down – Rebecca West
Trawl – B.S. Johnson
In Cold Blood – Truman Capote
The Magus – John Fowles
The Vice-Consul – Marguerite Duras
Wide Sargasso Sea – Jean Rhys
Giles Goat-Boy – John Barth
The Crying of Lot 49 – Thomas Pynchon
Things – Georges Perec
The River Between – Ngugi wa Thiong’o
August is a Wicked Month – Edna O’Brien
God Bless You, Mr. Rosewater – Kurt Vonnegut
Everything That Rises Must Converge – Flannery O’Connor
The Passion According to G.H. – Clarice Lispector
Sometimes a Great Notion – Ken Kesey
Come Back, Dr. Caligari – Donald Bartholme
Albert Angelo – B.S. Johnson
Arrow of God – Chinua Achebe
The Ravishing of Lol V. Stein – Marguerite Duras
Herzog – Saul Bellow
V. – Thomas Pynchon
Cat’s Cradle – Kurt Vonnegut
The Graduate – Charles Webb
Manon des Sources – Marcel Pagnol
The Spy Who Came in from the Cold – John Le Carré
The Girls of Slender Means – Muriel Spark
Inside Mr. Enderby – Anthony Burgess
The Bell Jar – Sylvia Plath
One Day in the Life of Ivan Denisovich – Aleksandr Isayevich Solzhenitsyn
The Collector – John Fowles
One Flew Over the Cuckoo’s Nest – Ken Kesey
A Clockwork Orange – Anthony Burgess
Pale Fire – Vladimir Nabokov
The Drowned World – J.G. Ballard
The Golden Notebook – Doris Lessing
Labyrinths – Jorg Luis Borges
Girl With Green Eyes – Edna O’Brien
The Garden of the Finzi-Continis – Giorgio Bassani
Stranger in a Strange Land – Robert Heinlein
Franny and Zooey – J.D. Salinger
A Severed Head – Iris Murdoch
Faces in the Water – Janet Frame
Solaris – Stanislaw Lem
Cat and Mouse – Günter Grass
The Prime of Miss Jean Brodie – Muriel Spark
Catch-22 – Joseph Heller
The Violent Bear it Away – Flannery O’Connor
How It Is – Samuel Beckett
Our Ancestors – Italo Calvino
The Country Girls – Edna O’Brien
To Kill a Mockingbird – Harper Lee
Rabbit, Run – John Updike
Promise at Dawn – Romain Gary
Cider With Rosie – Laurie Lee
Billy Liar – Keith Waterhouse
Naked Lunch – William Burroughs
The Tin Drum – Günter Grass
Absolute Beginners – Colin MacInnes
Henderson the Rain King – Saul Bellow
Memento Mori – Muriel Spark
Billiards at Half-Past Nine – Heinrich Böll
Breakfast at Tiffany’s – Truman Capote
The Leopard – Giuseppe Tomasi di Lampedusa
Pluck the Bud and Destroy the Offspring – Kenzaburo Oe
A Town Like Alice – Nevil Shute
The Bitter Glass – Eilís Dillon
Things Fall Apart – Chinua Achebe
Saturday Night and Sunday Morning – Alan Sillitoe
Mrs. ‘Arris Goes to Paris – Paul Gallico
Borstal Boy – Brendan Behan
The End of the Road – John Barth
The Once and Future King – T.H. White
The Bell – Iris Murdoch
Jealousy – Alain Robbe-Grillet
Voss – Patrick White
The Midwich Cuckoos – John Wyndham
Blue Noon – Georges Bataille
Homo Faber – Max Frisch
On the Road – Jack Kerouac
Pnin – Vladimir Nabokov
Doctor Zhivago – Boris Pasternak
The Wonderful “O” – James Thurber
Justine – Lawrence Durrell
Giovanni’s Room – James Baldwin
The Lonely Londoners – Sam Selvon
The Roots of Heaven – Romain Gary
Seize the Day – Saul Bellow
The Floating Opera – John Barth
The Lord of the Rings – J.R.R. Tolkien
The Talented Mr. Ripley – Patricia Highsmith
Lolita – Vladimir Nabokov
A World of Love – Elizabeth Bowen
The Trusting and the Maimed – James Plunkett
The Quiet American – Graham Greene
The Last Temptation of Christ – Nikos Kazantzákis
The Recognitions – William Gaddis
The Ragazzi – Pier Paulo Pasolini
Bonjour Tristesse – Françoise Sagan
I’m Not Stiller – Max Frisch
Self Condemned – Wyndham Lewis
The Story of O – Pauline Réage
A Ghost at Noon – Alberto Moravia
Lord of the Flies – William Golding
Under the Net – Iris Murdoch
The Go-Between – L.P. Hartley
The Long Goodbye – Raymond Chandler
The Unnamable – Samuel Beckett
Watt – Samuel Beckett
Lucky Jim – Kingsley Amis
Junkie – William Burroughs
The Adventures of Augie March – Saul Bellow
Go Tell It on the Mountain – James Baldwin
Casino Royale – Ian Fleming
The Judge and His Hangman – Friedrich Dürrenmatt
Invisible Man – Ralph Ellison
The Old Man and the Sea – Ernest Hemingway
Wise Blood – Flannery O’Connor
The Killer Inside Me – Jim Thompson
Memoirs of Hadrian – Marguerite Yourcenar
Malone Dies – Samuel Beckett
Day of the Triffids – John Wyndham
Foundation – Isaac Asimov
The Opposing Shore – Julien Gracq
The Catcher in the Rye – J.D. Salinger
The Rebel – Albert Camus
Molloy – Samuel Beckett
The End of the Affair – Graham Greene
The Abbot C – Georges Bataille
The Labyrinth of Solitude – Octavio Paz
The Third Man – Graham Greene
The 13 Clocks – James Thurber
Gormenghast – Mervyn Peake
The Grass is Singing – Doris Lessing
I, Robot – Isaac Asimov
The Moon and the Bonfires – Cesare Pavese
The Garden Where the Brass Band Played – Simon Vestdijk
Love in a Cold Climate – Nancy Mitford
The Case of Comrade Tulayev – Victor Serge
The Heat of the Day – Elizabeth Bowen
Kingdom of This World – Alejo Carpentier
The Man With the Golden Arm – Nelson Algren
Nineteen Eighty-Four – George Orwell
All About H. Hatterr – G.V. Desani
Disobedience – Alberto Moravia
Death Sentence – Maurice Blanchot
The Heart of the Matter – Graham Greene
Cry, the Beloved Country – Alan Paton
Doctor Faustus – Thomas Mann
The Victim – Saul Bellow
Exercises in Style – Raymond Queneau
If This Is a Man – Primo Levi
Under the Volcano – Malcolm Lowry
The Path to the Nest of Spiders – Italo Calvino
The Plague – Albert Camus
Back – Henry Green
Titus Groan – Mervyn Peake
The Bridge on the Drina – Ivo Andri?
Brideshead Revisited – Evelyn Waugh
Animal Farm – George Orwell
Cannery Row – John Steinbeck
The Pursuit of Love – Nancy Mitford
Loving – Henry Green
Arcanum 17 – André Breton
Christ Stopped at Eboli – Carlo Levi
The Razor’s Edge – William Somerset Maugham
Transit – Anna Seghers
Ficciones – Jorge Luis Borges
Dangling Man – Saul Bellow
The Little Prince – Antoine de Saint-Exupéry
Caught – Henry Green
The Glass Bead Game – Herman Hesse
Embers – Sandor Marai
Go Down, Moses – William Faulkner
The Outsider – Albert Camus
In Sicily – Elio Vittorini
The Poor Mouth – Flann O’Brien
The Living and the Dead – Patrick White
Hangover Square – Patrick Hamilton
Between the Acts – Virginia Woolf
The Hamlet – William Faulkner
Farewell My Lovely – Raymond Chandler
For Whom the Bell Tolls – Ernest Hemingway
Native Son – Richard Wright
The Power and the Glory – Graham Greene
The Tartar Steppe – Dino Buzzati
Party Going – Henry Green
The Grapes of Wrath – John Steinbeck
Finnegans Wake – James Joyce
At Swim-Two-Birds – Flann O’Brien
Coming Up for Air – George Orwell
Goodbye to Berlin – Christopher Isherwood
Tropic of Capricorn – Henry Miller
Good Morning, Midnight – Jean Rhys
The Big Sleep – Raymond Chandler
After the Death of Don Juan – Sylvie Townsend Warner
Miss Pettigrew Lives for a Day – Winifred Watson
Nausea – Jean-Paul Sartre
Rebecca – Daphne du Maurier
Cause for Alarm – Eric Ambler
Brighton Rock – Graham Greene
U.S.A. – John Dos Passos
Murphy – Samuel Beckett
Of Mice and Men – John Steinbeck
Their Eyes Were Watching God – Zora Neale Hurston
The Hobbit – J.R.R. Tolkien
The Years – Virginia Woolf
In Parenthesis – David Jones
The Revenge for Love – Wyndham Lewis
Out of Africa – Isak Dineson (Karen Blixen)
To Have and Have Not – Ernest Hemingway
Summer Will Show – Sylvia Townsend Warner
Eyeless in Gaza – Aldous Huxley
The Thinking Reed – Rebecca West
Gone With the Wind – Margaret Mitchell
Keep the Aspidistra Flying – George Orwell
Wild Harbour – Ian MacPherson
Absalom, Absalom! – William Faulkner
At the Mountains of Madness – H.P. Lovecraft
Nightwood – Djuna Barnes
Independent People – Halldór Laxness
Auto-da-Fé – Elias Canetti
The Last of Mr. Norris – Christopher Isherwood
They Shoot Horses, Don’t They? – Horace McCoy
The House in Paris – Elizabeth Bowen
England Made Me – Graham Greene
Burmese Days – George Orwell
The Nine Tailors – Dorothy L. Sayers
Threepenny Novel – Bertolt Brecht
Novel With Cocaine – M. Ageyev
The Postman Always Rings Twice – James M. Cain
Tropic of Cancer – Henry Miller
A Handful of Dust – Evelyn Waugh
Tender is the Night – F. Scott Fitzgerald
Thank You, Jeeves – P.G. Wodehouse
Call it Sleep – Henry Roth
Miss Lonelyhearts – Nathanael West
Murder Must Advertise – Dorothy L. Sayers
The Autobiography of Alice B. Toklas – Gertrude Stein
Testament of Youth – Vera Brittain
A Day Off – Storm Jameson
The Man Without Qualities – Robert Musil
A Scots Quair (Sunset Song) – Lewis Grassic Gibbon
Journey to the End of the Night – Louis-Ferdinand Céline
Brave New World – Aldous Huxley
Cold Comfort Farm – Stella Gibbons
To the North – Elizabeth Bowen
The Thin Man – Dashiell Hammett
The Radetzky March – Joseph Roth
The Waves – Virginia Woolf
The Glass Key – Dashiell Hammett
Cakes and Ale – W. Somerset Maugham
The Apes of God – Wyndham Lewis
Her Privates We – Frederic Manning
Vile Bodies – Evelyn Waugh
The Maltese Falcon – Dashiell Hammett
Hebdomeros – Giorgio de Chirico
Passing – Nella Larsen
A Farewell to Arms – Ernest Hemingway
Red Harvest – Dashiell Hammett
Living – Henry Green
The Time of Indifference – Alberto Moravia
All Quiet on the Western Front – Erich Maria Remarque
Berlin Alexanderplatz – Alfred Döblin
The Last September – Elizabeth Bowen
Harriet Hume – Rebecca West
The Sound and the Fury – William Faulkner
Les Enfants Terribles – Jean Cocteau
Look Homeward, Angel – Thomas Wolfe
Story of the Eye – Georges Bataille
Orlando – Virginia Woolf
Lady Chatterley’s Lover – D.H. Lawrence
The Well of Loneliness – Radclyffe Hall
The Childermass – Wyndham Lewis
Quartet – Jean Rhys
Decline and Fall – Evelyn Waugh
Quicksand – Nella Larsen
Parade’s End – Ford Madox Ford
Nadja – André Breton
Steppenwolf – Herman Hesse
Remembrance of Things Past – Marcel Proust
To The Lighthouse – Virginia Woolf
Tarka the Otter – Henry Williamson
Amerika – Franz Kafka
The Sun Also Rises – Ernest Hemingway
Blindness – Henry Green
The Castle – Franz Kafka
The Good Soldier Švejk – Jaroslav Hašek
The Plumed Serpent – D.H. Lawrence
One, None and a Hundred Thousand – Luigi Pirandello
The Murder of Roger Ackroyd – Agatha Christie
The Making of Americans – Gertrude Stein
Manhattan Transfer – John Dos Passos
Mrs. Dalloway – Virginia Woolf
The Great Gatsby – F. Scott Fitzgerald
The Counterfeiters – André Gide
The Trial – Franz Kafka
The Artamonov Business – Maxim Gorky
The Professor’s House – Willa Cather
Billy Budd, Foretopman – Herman Melville
The Green Hat – Michael Arlen
The Magic Mountain – Thomas Mann
We – Yevgeny Zamyatin
A Passage to India – E.M. Forster
The Devil in the Flesh – Raymond Radiguet
Zeno’s Conscience – Italo Svevo
Cane – Jean Toomer
Antic Hay – Aldous Huxley
Amok – Stefan Zweig
The Garden Party – Katherine Mansfield
The Enormous Room – E.E. Cummings
Jacob’s Room – Virginia Woolf
Siddhartha – Herman Hesse
The Glimpses of the Moon – Edith Wharton
Life and Death of Harriett Frean – May Sinclair
The Last Days of Humanity – Karl Kraus
Aaron’s Rod – D.H. Lawrence
Babbitt – Sinclair Lewis
Ulysses – James Joyce
The Fox – D.H. Lawrence
Crome Yellow – Aldous Huxley
The Age of Innocence – Edith Wharton
Main Street – Sinclair Lewis
Women in Love – D.H. Lawrence
Night and Day – Virginia Woolf
Tarr – Wyndham Lewis
The Return of the Soldier – Rebecca West
The Shadow Line – Joseph Conrad
Summer – Edith Wharton
Growth of the Soil – Knut Hamsen
Bunner Sisters – Edith Wharton
A Portrait of the Artist as a Young Man – James Joyce
Under Fire – Henri Barbusse
Rashomon – Akutagawa Ryunosuke
The Good Soldier – Ford Madox Ford
The Voyage Out – Virginia Woolf
Of Human Bondage – William Somerset Maugham
The Rainbow – D.H. Lawrence
The Thirty-Nine Steps – John Buchan
Kokoro – Natsume Soseki
Locus Solus – Raymond Roussel
Rosshalde – Herman Hesse
Tarzan of the Apes – Edgar Rice Burroughs
The Ragged Trousered Philanthropists – Robert Tressell
Sons and Lovers – D.H. Lawrence
Death in Venice – Thomas Mann
The Charwoman’s Daughter – James Stephens
Ethan Frome – Edith Wharton
Fantômas – Marcel Allain and Pierre Souvestre
Howards End – E.M. Forster
Impressions of Africa – Raymond Roussel
Three Lives – Gertrude Stein
Martin Eden – Jack London
Strait is the Gate – André Gide
Tono-Bungay – H.G. Wells
The Inferno – Henri Barbusse
A Room With a View – E.M. Forster
The Iron Heel – Jack London
The Old Wives’ Tale – Arnold Bennett
The House on the Borderland – William Hope Hodgson
Mother – Maxim Gorky
The Secret Agent – Joseph Conrad
The Jungle – Upton Sinclair
Young Törless – Robert Musil
The Forsyte Sage – John Galsworthy
The House of Mirth – Edith Wharton
Professor Unrat – Heinrich Mann
Where Angels Fear to Tread – E.M. Forster
Nostromo – Joseph Conrad
Hadrian the Seventh – Frederick Rolfe
The Golden Bowl – Henry James
The Ambassadors – Henry James
The Riddle of the Sands – Erskine Childers
The Immoralist – André Gide
The Wings of the Dove – Henry James
Heart of Darkness – Joseph Conrad
The Hound of the Baskervilles – Sir Arthur Conan Doyle
Buddenbrooks – Thomas Mann
Kim – Rudyard Kipling
Sister Carrie – Theodore Dreiser
Lord Jim – Joseph Conrad
1800s
Some Experiences of an Irish R.M. – Somerville and Ross
The Stechlin – Theodore Fontane
The Awakening – Kate Chopin
The Turn of the Screw – Henry James
The War of the Worlds – H.G. Wells
The Invisible Man – H.G. Wells
What Maisie Knew – Henry James
Fruits of the Earth – André Gide
Dracula – Bram Stoker
Quo Vadis – Henryk Sienkiewicz
The Island of Dr. Moreau – H.G. Wells
The Time Machine – H.G. Wells
Effi Briest – Theodore Fontane
Jude the Obscure – Thomas Hardy
The Real Charlotte – Somerville and Ross
The Yellow Wallpaper – Charlotte Perkins Gilman
Born in Exile – George Gissing
Diary of a Nobody – George & Weedon Grossmith
The Adventures of Sherlock Holmes – Sir Arthur Conan Doyle
News from Nowhere – William Morris
New Grub Street – George Gissing
Gösta Berling’s Saga – Selma Lagerlöf
Tess of the D’Urbervilles – Thomas Hardy
The Picture of Dorian Gray – Oscar Wilde
The Kreutzer Sonata – Leo Tolstoy
La Bête Humaine – Émile Zola
By the Open Sea – August Strindberg
Hunger – Knut Hamsun
The Master of Ballantrae – Robert Louis Stevenson
Pierre and Jean – Guy de Maupassant
Fortunata and Jacinta – Benito Pérez Galdés
The People of Hemsö – August Strindberg
The Woodlanders – Thomas Hardy
She – H. Rider Haggard
The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde – Robert Louis Stevenson
The Mayor of Casterbridge – Thomas Hardy
Kidnapped – Robert Louis Stevenson
King Solomon’s Mines – H. Rider Haggard
Germinal – Émile Zola
The Adventures of Huckleberry Finn – Mark Twain
Bel-Ami – Guy de Maupassant
Marius the Epicurean – Walter Pater
Against the Grain – Joris-Karl Huysmans
The Death of Ivan Ilyich – Leo Tolstoy
A Woman’s Life – Guy de Maupassant
Treasure Island – Robert Louis Stevenson
The House by the Medlar Tree – Giovanni Verga
The Portrait of a Lady – Henry James
Bouvard and Pécuchet – Gustave Flaubert
Ben-Hur – Lew Wallace
Nana – Émile Zola
The Brothers Karamazov – Fyodor Dostoevsky
The Red Room – August Strindberg
Return of the Native – Thomas Hardy
Anna Karenina – Leo Tolstoy
Drunkard – Émile Zola
Virgin Soil – Ivan Turgenev
Daniel Deronda – George Eliot
The Hand of Ethelberta – Thomas Hardy
The Temptation of Saint Anthony – Gustave Flaubert
Far from the Madding Crowd – Thomas Hardy
The Enchanted Wanderer – Nicolai Leskov
Around the World in Eighty Days – Jules Verne
In a Glass Darkly – Sheridan Le Fanu
The Devils – Fyodor Dostoevsky
Erewhon – Samuel Butler
Spring Torrents – Ivan Turgenev
Middlemarch – George Eliot
Through the Looking Glass, and What Alice Found There – Lewis Carroll
King Lear of the Steppes – Ivan Turgenev
He Knew He Was Right – Anthony Trollope
War and Peace – Leo Tolstoy
Sentimental Education – Gustave Flaubert
Phineas Finn – Anthony Trollope
Maldoror – Comte de Lautréaumont
The Idiot – Fyodor Dostoevsky
The Moonstone – Wilkie Collins
Little Women – Louisa May Alcott
Thérèse Raquin – Émile Zola
The Last Chronicle of Barset – Anthony Trollope
Journey to the Centre of the Earth – Jules Verne
Crime and Punishment – Fyodor Dostoevsky
Alice’s Adventures in Wonderland – Lewis Carroll
Our Mutual Friend – Charles Dickens
Uncle Silas – Sheridan Le Fanu
Notes from the Underground – Fyodor Dostoevsky
The Water-Babies – Charles Kingsley
Les Misérables – Victor Hugo
Fathers and Sons – Ivan Turgenev
Silas Marner – George Eliot
Great Expectations – Charles Dickens
On the Eve – Ivan Turgenev
Castle Richmond – Anthony Trollope
The Mill on the Floss – George Eliot
The Woman in White – Wilkie Collins
The Marble Faun – Nathaniel Hawthorne
Max Havelaar – Multatuli
A Tale of Two Cities – Charles Dickens
Oblomovka – Ivan Goncharov
Adam Bede – George Eliot
Madame Bovary – Gustave Flaubert
North and South – Elizabeth Gaskell
Hard Times – Charles Dickens
Walden – Henry David Thoreau
Bleak House – Charles Dickens
Villette – Charlotte Brontë
Cranford – Elizabeth Gaskell
Uncle Tom’s Cabin; or, Life Among the Lonely – Harriet Beecher Stowe
The Blithedale Romance – Nathaniel Hawthorne
The House of the Seven Gables – Nathaniel Hawthorne
Moby-Dick – Herman Melville
The Scarlet Letter – Nathaniel Hawthorne
David Copperfield – Charles Dickens
Shirley – Charlotte Brontë
Mary Barton – Elizabeth Gaskell
The Tenant of Wildfell Hall – Anne Brontë
Wuthering Heights – Emily Brontë
Agnes Grey – Anne Brontë
Jane Eyre – Charlotte Brontë
Vanity Fair – William Makepeace Thackeray
The Count of Monte-Cristo – Alexandre Dumas
La Reine Margot – Alexandre Dumas
The Three Musketeers – Alexandre Dumas
The Purloined Letter – Edgar Allan Poe
Martin Chuzzlewit – Charles Dickens
The Pit and the Pendulum – Edgar Allan Poe
Lost Illusions – Honoré de Balzac
A Christmas Carol – Charles Dickens
Dead Souls – Nikolay Gogol
The Charterhouse of Parma – Stendhal
The Fall of the House of Usher – Edgar Allan Poe
The Life and Adventures of Nicholas Nickleby – Charles Dickens
Oliver Twist – Charles Dickens
The Nose – Nikolay Gogol
Le Père Goriot – Honoré de Balzac
Eugénie Grandet – Honoré de Balzac
The Hunchback of Notre Dame – Victor Hugo
The Red and the Black – Stendhal
The Betrothed – Alessandro Manzoni
Last of the Mohicans – James Fenimore Cooper
The Private Memoirs and Confessions of a Justified Sinner – James Hogg
The Albigenses – Charles Robert Maturin
Melmoth the Wanderer – Charles Robert Maturin
The Monastery – Sir Walter Scott
Ivanhoe – Sir Walter Scott
Frankenstein – Mary Wollstonecraft Shelley
Northanger Abbey – Jane Austen
Persuasion – Jane Austen
Ormond – Maria Edgeworth
Rob Roy – Sir Walter Scott
Emma – Jane Austen
Mansfield Park – Jane Austen
Pride and Prejudice – Jane Austen
The Absentee – Maria Edgeworth
Sense and Sensibility – Jane Austen
Elective Affinities – Johann Wolfgang von Goethe
Castle Rackrent – Maria Edgeworth

1700s
Hyperion – Friedrich Hölderlin
The Nun – Denis Diderot
Camilla – Fanny Burney
The Monk – M.G. Lewis
Wilhelm Meister’s Apprenticeship – Johann Wolfgang von Goethe
The Mysteries of Udolpho – Ann Radcliffe
The Interesting Narrative – Olaudah Equiano
The Adventures of Caleb Williams – William Godwin
Justine – Marquis de Sade
Vathek – William Beckford
The 120 Days of Sodom – Marquis de Sade
Cecilia – Fanny Burney
Confessions – Jean-Jacques Rousseau
Dangerous Liaisons – Pierre Choderlos de Laclos
Reveries of a Solitary Walker – Jean-Jacques Rousseau
Evelina – Fanny Burney
The Sorrows of Young Werther – Johann Wolfgang von Goethe
Humphrey Clinker – Tobias George Smollett
The Man of Feeling – Henry Mackenzie
A Sentimental Journey – Laurence Sterne
Tristram Shandy – Laurence Sterne
The Vicar of Wakefield – Oliver Goldsmith
The Castle of Otranto – Horace Walpole
Émile; or, On Education – Jean-Jacques Rousseau
Rameau’s Nephew – Denis Diderot
Julie; or, the New Eloise – Jean-Jacques Rousseau
Rasselas – Samuel Johnson
Candide – Voltaire
The Female Quixote – Charlotte Lennox
Amelia – Henry Fielding
Peregrine Pickle – Tobias George Smollett
Fanny Hill – John Cleland
Tom Jones – Henry Fielding
Roderick Random – Tobias George Smollett
Clarissa – Samuel Richardson
Pamela – Samuel Richardson
Jacques the Fatalist – Denis Diderot
Memoirs of Martinus Scriblerus – J. Arbuthnot, J. Gay, T. Parnell, A. Pope, J. Swift
Joseph Andrews – Henry Fielding
A Modest Proposal – Jonathan SwiftGulliver’s Travels – Jonathan Swift
Roxana – Daniel Defoe
Moll Flanders – Daniel Defoe
Love in Excess – Eliza Haywood
Robinson Crusoe – Daniel Defoe
A Tale of a Tub – Jonathan Swift


Pre-1700
Oroonoko – Aphra Behn
The Princess of Clèves – Marie-Madelaine Pioche de Lavergne, Comtesse de La Fayette
The Pilgrim’s Progress – John Bunyan
Don Quixote – Miguel de Cervantes y Saavedra
The Unfortunate Traveller – Thomas Nashe
Euphues: The Anatomy of Wit – John Lyly
Gargantua and Pantagruel – Françoise Rabelais
The Thousand and One Nights – Anonymous
The Golden Ass – Lucius Apuleius
Aithiopika – Heliodorus
Chaireas and Kallirhoe – Chariton
Metamorphoses – Ovidio
Aesop’s Fables – Esopo