"Todo es nuevo para ti. ¡Has renacido! Y tu lugar de nacimiento es seda y huele a nardo y ropa blanca, y no hay sonido alguno antes de tu nacimiento, exceptuando el latido del millón de millones de corazones de insectos. Este lugar es raso y madera y metal, no ofrece alimento alguno, tan solo una impecable porción de aire estancado, una bolsa en la tierra. A partir de este momento únicamente existe un modo de sobrevivir. Debe haber una ira que te despierte a bofetadas, que te empuje a moverte. Un deseo, un anhelo, una necesidad. Tiemblas y te incorporas para golpearte la cabeza contra la madera forrada de lino. La vida te llama. Creces con ello. Te sirves de las garras para ascender, lentamente, y encuentras el modo de desplazar poco a poco la tierra pesada, y una noche te derrumbas a la negrura, concluida la salida, momento en que asomas a contemplar las estrellas."
-Ray Bradbury, "El Reencarnado"
Siempre nos quedará París
Ed. Minotauro