lunes, febrero 23, 2009

Y la tuya, ¿A Donde?




No lo se. Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo. Y aunque lo hubiera hecho, ¿qué habría ganado? el cielo está tan alto, y mis ojos tan sin mirada, que vivía contenta con saber dónde quedaba la tierra. Además, le perdí todo mi interés desde que el padre Rentería me aseguró que jamás conocería la Gloria. Que ni siquiera de lejos la vería... Fue cosa de mis pecados; pero él no debía habérmelo dicho. Ya de por sí la vida se lleva con trabajos. Lo único que la hace a uno mover los pies es la esperanza de que al morir la lleven a una de un lugar a otro; pero cuando a una le cierran una puerta y la que queda abierta es nomás la del Infierno, más vale no haber nacido... El Cielo para mí, Juan Preciado, está aquí donde estoy ahora.

-¿Y tu alma? ¿Donde crees que haya ido?
-Debe andar vagando por la tierra como tantas otras; buscando vivos que recen por ella. Tal vez me odie por el mal trato que le di; pero eso ya no me preocupa. He descansado del vicio de sus remordimientos. Me amargaba hasta lo poco que comía, y me hacía insoportables las noches llenándomelas de pensamientos intranquilos con figuras de condenados y cosas de ésas. Cuando me senté a morir, ella me rogó que me levantara y que siguiera arrastrando la vida, como si esperara todavía algún milagro que me limpiara de culpas. Ni siquiera hice el intento: "Aquí se acaba el camino -le dije-. Ya no me quedan fuerzas para más". Y abrí la boca para que se fuera. Y se fue. Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a mi corazón.




Pedro Páramo
-Juan Rulfo.

viernes, febrero 06, 2009

Un rayito

¿Acaso sere yo Maestro?




Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.


El Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio.
-Augusto Monterroso.



Te estoy hablando a ti Peje!

Campo ... ... ... Nudoso



Se necesita piel muy gruesa
para andar como un rinoceronte
mientras jirafas melancólicas
pasean con un collar de perlas.

O marfil de hipopótamo
para cepillarse enormemente los dientes
mientras las garzas por las piedras,
con fuerte olor a río,
vienen cuidando los tacones.
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Parte de "Campo Nudista" de Gabriel Zaid quien me asalto en la librería.




Los libros como los duendes.

Green



Mi opinion es simple, no quiero drogadictos en México, mejor legalicen el transito de la droga, pongale impuesto para que vaya de sur a norte, de oriente a poniente, sellada, con una tasa de 40 o 50 por ciento en impuesto, aumenten el castigo por el menudeo y centros de rehabilitación. Que se hagan bolas los gueritos marihuanos.